Es un miércoles de octubre y la noche cae rápido sobre San
Salvador y sobre la Casa de Abraham o, mejor dicho, sobre la Mezquita Dar
Ibrahim. Cada noche, a las 6 PM y a mitad de la semana, la comunidad musulmana
de El Salvador se congrega en este lugar sagrado para orar y para discutir
sobre temas religiosos y culturales.
Voy
circulando por la Alameda Rooselvelt en medio del tráfico pesado de San
Salvador. Mi destino es la Mezquita Dar Ibrahim, lugar donde se reúne la
comunidad musulmana y la Juventud Islámica Salvadoreña. Me adentro en un
callejón y encuentro una gran casa color crema con finos acabados. Desde afuera
puedo ver a dos mujeres usando un “hiyab” o velo islámico y entonces sé que he
encontrado la Mezquita. Me bajo del carro, y para asegurarme de que no estoy en
el lugar equivocado, entro corriendo al templo y pregunto:
—Buenas
noches ¿aquí son las charlas sobre el islam?
Ante mi forma espontánea de entrar y
preguntar, pude percibir que casi todas las miradas de las personas que se
encontraban en la Casa de Abraham se posaron sobre mí por breves instantes.
—Sí, aquí son
las charlas. Pase, siéntese donde quiera, pronto habrá café.
Me contesta
amablemente una joven que usa un “hiyab”. Es Milly Ponce, de estatura mediana,
piel clara y rostro apacible. De inmediato se sienta junto a mí y me pregunta
si conozco algo del islam a lo que respondo “no mucho”, pero ella se ofrece
rápidamente a ayudarme.
La hermana
Milly tiene 18 años, pero desde los 12 es musulmana. “Mi abuelo era musulmán y
mi mamá también, y eso me trajo aquí” dice con absoluta calma. Siempre ha
estado becada debido a su buen rendimiento académico y se graduó a los 15 años
de bachiller. No quiso comenzar una carrera universitaria formalmente a esa
edad, por lo cual decidió estudiar un diplomado en inglés, a sugerencia de su
madre, Reyna Ponce. La Hermana Reyna, también de rostro y voz apacible, me
recibe con un caluroso abrazo y vocifera: “Salam Aleikum” (La paz de Dios sea
contigo), luego me dice: “se contesta así: Walaikum as Salam”. Su aprendiz repite
dubitativamente: Wa – lai-kum as Sa-lam. La maestra se va satisfecha, le da un
abrazo y le dice: “Bienvenida”.
El momento
de la oración ha llegado. Milly dice que los musulmanes oran cinco veces al día.
Según “El ABC del Islam”, libro que obsequia el Centro Islámico Salvadoreño
para dar a conocer lo fundamental del Islam a cualquier persona interesada, fue
Alá quien estableció que los musulmanes debían orar cinco veces diarias. Estas oraciones de carácter obligatorio
llamadas “Salat” que significa rezar o pedir a Dios, se realizan en una sala en donde se encuentra
el Mihrab, un nicho orientado hacia La Meca, ciudad natal del profeta Mohammed
ubicada en Arabia Saudita.
Para poder
ser participes de la oración y comenzar con las charlas y estudios de los días
miércoles, los musulmanes congregados en la Mezquita Dar Ibrahim se quitan los
zapatos y entran con su pie derecho en el amplio espacio alfombrado de colores
blanco y verde. De acuerdo con ellos, no es necesario entrar con el pie derecho
y los colores de la alfombra tampoco son obligatorios ni tampoco es necesario
que sean iguales en todas las mezquitas. La de esta mezquita tiene los colores
verde y blanco por los colores de la bandera de Palestina.
Al comenzar
la oración, los hombres forman una línea diagonal y las mujeres hacen lo mismo,
pero a unos pocos centímetros atrás de los hombres. El Sheij o Jeque, una
especie de guía espiritual para los musulmanes, dirige la oración que es
recitada en árabe. Cada cierto tiempo, inclinan su rostro sobre la alfombra. Al
final se dan la paz.
Samuel
Ávalos es otro de los jóvenes que se reúnen en esta mezquita los días
miércoles. Viste de camisa y pantalón formal como si acabase de salir de su
trabajo. Es de piel blanca y estatura mediana y tiene voz suave y calmada. Desde
los 15 años es musulmán aunque se formó en un colegio cristiano evangélico. Él afirma
que su forma de rezar es heredada del mismo Jesús. “Jesús oraba rostro en
tierra y por eso nosotros oramos así, así lo dice en los evangelios y así lo
enseñó Jesús”. Samuel fue una de las personas que me miró cuando entré
corriendo a la mezquita.
Samuel
decidió ser musulmán ya que esta religión llenaba sus “vacíos intelectuales”. Él
asegura que no para todas las personas es fácil romper con la barrera de lo
desconocido y que por eso no es muy común que una persona entre corriendo con
tanta facilidad y seguridad a un templo musulmán.
Y esa
percepción puede confirmarse perfectamente este miércoles, en esta charla. Los
que venimos por primera vez a conocer el Islam apenas sobrepasamos las tres
personas.
***
Armando
Bukele Kattán es el “Imam” de la comunidad musulmana de El Salvador, además es
doctor en química y apasionado de la física teórica. Se convirtió al Islam a los
26 años y es descendiente de una generación de migrantes palestinos que
vinieron a El Salvador a principios del siglo XX. Me recibió en su amplio
despacho en el mismo edificio donde se ubica la Mezquita Dar Ibrahim. Era el
preludio de una larga cátedra para conocer los antecedentes del Islam en El
Salvador, un país que destila cristianismo por todos lados.
—Yo nací
católico. Me convertí al Islam a los 26 años.
— ¿Por qué?
—Mire, el
catolicismo tenía un montón de dudas científicas. Yo siempre he sido muy
despierto de la mente…
Unos minutos
después me aclararía que a El Salvador vino una gran corriente de migrantes
árabes a principios del siglo XX, pero que ya venían conversos al cristianismo
y que casi todos los palestinos que viven en el país son cristianos. Además,
los árabes que venían al país eran perseguidos debido a que se le “temía” a la
capacidad de los “turcos” para hacer negocios, pero que los árabes – musulmanes
eran doblemente perseguidos: por árabes y por musulmanes.
En ese
momento, el Sheij de la Mezquita Dar Ibrahim, Abderrahman Agdaou, entra a la
oficina y saluda a Armando Bukele Kattán.
—A este ya
lo vamos a hacer “salvatrucho”. Es marroquí
y varias veces le dieron orden de expulsión del país. Tengo otro Sheij
que es palestino, a ese no le dijeron nada porque tenía pasaporte gringo. Hemos
tenido problemas.
En junio de 1992
Bukele Kattán fundó la primera mezquita en el país. Acababa de comprar un
edificio para poner un negocio y unos musulmanes, con los que se encontró en el
aeropuerto de Miami, le recordaron sobre un compromiso que había hecho en un
congreso. Puso un anuncio en un periódico para convocar a todos los musulmanes
del país y cuando inauguraron la mezquita, en la tercera planta de un edificio
sobre la Avenida España, unos 20 de ellos llegaron y por primera vez oraron en
un templo islámico.
Ahora, en El
Salvador, hay cuatro mezquitas: Mezquita de la luz, en la Avenida España,
Mezquita Tierra Santa, en Santa Ana, Mezquita Al Amal (La Esperanza) en San
Miguel, Mezquita El Renacer en Nahuizalco, donde muchos habitantes de
procedencia indígena se han convertido al Islam, y la Mezquita Dar Ibrahim
también en San Salvador, donde se realizan las charlas religiosas y culturales
y donde se dan clases sobre el Islam a cualquier persona que tenga curiosidad o
interés en conocer algo diferente al cristianismo.
***
La charla ha
comenzado en la Mezquita Dar Ibrahim. Nos dividen en tres grupos. Hay un grupo
donde nos quedamos los que venimos por primera vez o que no somos musulmanes. La
hermana Milly se va con otro grupo, no sin antes contarme que su padre y su
hermano son católicos.
— ¿Y no ha
tenido problemas con ellos? Le pregunto.
—Como no.
— ¿Y eso?
—Me peleé
con mi papá por profesar esta religión.
A pesar de ser un país que bien o mal algo ha
avanzado en democracia, en El Salvador sigue habiendo muchas señales de
intolerancia hacia lo “diferente”, hacia lo que no es tradicional.
El 27 de
noviembre de 2011 en La Prensa Gráfica se publicó una breve nota sobre la
inauguración de la Mezquita Tierra Santa en Santa Ana. La nota tiene 87
comentarios, de los cuales, la mayoría son comentarios llenos de prejuicios hacia
el Islam.
“CON LA APERTURA DE LA MEZQUITA DE SANTA ANA SE LE ABREN LAS
PUERTAS AL ISLAM. CON LA APERTURA DE ESA CUEVA DE GUERRILLEROS ASESINOS SE LE
ESTAN ABRIENDO POR COMPLETO LAS PUERTAS AL DIABLO”
Por eso no es de extrañar que en este grupo de discusión en el que nos
encontramos, dirigido por Samuel Ávalos, siempre surjan preguntas o alusiones al
terrorismo, al fundamentalismo y al machismo del que se le acusa con frecuencia
al Islam.
—Son muchas
más las similitudes que las diferencias que tenemos con el cristianismo, dice
Samuel. Y vamos a hablar más de la biblia que del Corán, porque el Corán es
extraño para la mayoría de personas.
Así comenzó
la discusión: hablando de similitudes con el cristianismo, para no hacer tan
duro el choque. Luego se incorporó
Emerson Bukele de 33 años, un musulmán alto con barba y de fuerte de voz, pero
que aún se considera “joven”.
—La gente
mezcla la cultura autóctona de un país con la religión. La vestimenta no tiene
nada que ver con la religión, contesta al ser cuestionado por uno de los pocos asistentes de la charla, sobre el porqué la rigidez en la
vestimenta de las mujeres en los países musulmanes.
Por eso
Milly Ponce me explicó que no es obligación para las mujeres musulmanas
salvadoreñas usar el velo afuera de la mezquita, algo que también asevera Bukele
Kattán.
-Se imagina,
dice con seguridad, ¡Todo mundo se burlaría de ellas!
Milly,
Samuel y Emerson se ven casi obligados una y otra vez a aclarar que ellos no
apoyan a los terroristas. Tienen que hacer hincapié que los musulmanes
salvadoreños son diferentes a los demás, que ellos sí siguen el Islam “como en
realidad es”. Que ellos no beben alcohol ni comen cerdo y que no es bien visto
ir a las discotecas. Que ellos creen en Jesús y en la Virgen María, pero que
Jesús no murió ni fue crucificado y que la biblia no es un libro tan sagrado
que digamos.
—Pero es que
¿Cómo va a ser eso de que Jesús no resucitó? Dijo en una ocasión una señora que
es una asistente frecuente de las sesiones de los miércoles. Es difícil aceptar
eso. ¡Si a nosotros nos han criado creyendo en eso!
—Es que para
un “occidental” es difícil aceptar eso, contestó Emerson y de inmediato me
acordó de una amiga, Paulita Pike, psicóloga, de 58 años, cuya hija le dijo que
se iba a casar con un musulmán.
Y nuevamente
empezaron las alusiones a Jesús, a la biblia, al Corán y a los evangelios
apócrifos. Si algo debe reconocérseles es que están siempre preparados para
argumentar, discutir y defender el Islam ante cualquiera.
***
Es día de
fiesta para la comunidad musulmana. En esta charla celebramos el año nuevo para
ellos, el 1435. Es decir que hace 1435 años el profeta Muhammed se mudó desde
su ciudad natal, La Meca, a la ciudad de Medina, también en Arabia Saudita.
Al final de
la charla hubo una pequeña reventazón de pólvora y un pastel para compartir
entre todos. Además hubo espacio para seguir discutiendo y hasta para hablar de
“sustos” y espíritus. No pareciera que hay religiones y una tradición cristiana
de por medio.
En el año
1435 esperan fundar la Mezquita Renacer en Nahuizalco. Armando Bukele Kattán
sueña con que algún día haya 20 mezquitas en el país.
—A la
mezquita número 20 me gustaría ponerle “Santísima Virgen María”, nosotros
amamos a la Virgen, dice con bastante convicción.
Durante el
año 1435 Milly Ponce espera comenzar sus estudios de Relaciones Internacionales
y, por supuesto, seguir aprendiendo sobre el Islam a veces en la mezquita y
otras veces vía Skype con sus amigos de Marruecos.
Durante el año 1435 los musulmanes y,
especialmente, lo jóvenes esperan “coranizar” a más gente, para que algún día
pueda haber 20 mezquitas.